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Historia de Cívica

                       HISTORIA DE CÍVICA (GUADALAJARA)


La pedanía de Cívica es una aldea abandonada, con un conjunto de casas medio derruidas, entre las que destaca una construida por los años sesenta en el siglo XX, por el sacerdote de Valderrebollo. Un lugar lleno de cuevas y con mucha agua, y en la que nos encontramos con la fuente de de los Siete Caños. Se localiza entre las localidades de Masegoso de Tajuña y Brihuega, en Guadalajara, dentro del valle del río Tajuña.
Según cuenta la historia hubo una casa grande y una granja que fueron compradas en 1441 por los monjes jerónimos de San Blas de Villaviciosa de Tajuña a su dueño, Antón Díez de Ríos y sus hijos Ruy Gómez de Alcázar y doña Constanza residentes en Cifuentes.
También se cuenta que posee un origen celtíbero.
Se trata de una construcción reciente, que lo heredó don Aurelio, el sacerdote de la localidad cercana de Valderrebollo, enamorado de la belleza del entorno, que adquirió los terrenos donde se encuentra este laberinto rocoso. El dueño de un establecimiento cercano cuenta que se cree que los monjes albergaron lo que pudo ser una fábrica de papel moneda, donde en la actualidad queda uno de los muros de la fábrica de papel y de la que solo se conservan las piletas, donde se mezclaba la pasta y la resina, y en donde las piletas aparecieron en el monte. Las barandillas fueron colocadas por el sacerdote no hace muchos años.
Fue habitado según cuentan por ermitaños visigodos, cenobitas medievales, sufíes de Brihuega, místicos sefardíes refugiados, frieres del Temple tras su salida de Torija al disolverse la Orden, agustinos dedicados a labores agrícolas aparte de sus oficios religiosos, jerónimos,… etc.
La casa cueva, aparece de repente en una curva de la carretera y  está construida en un cortado, cuenta con diversas escaleras, puertas, ventanas, terrazas, arcos, paseos, balaustradas de piedra, rellanos y diversos adornos visibles desde el exterior, fruto de la mano del hombre, resultando muy original y a la vez llamativa dando al conjunto un estilo distinto y con fisonomía de otro lugar y tiempo. Don Aurelio invirtió el dinero obtenido en el acondicionamiento de los túneles, grutas y pasadizos, que se habían formado por los efectos erosivos de la naturaleza.
Don Aurelio no dejó herederos y la vivienda  pasó a ser propiedad del ama de llaves, que residía en Valderrebollo, al fallecer ésta, pasó a manos de sus sobrinos.
Durante algún periodo esta vivienda tuvo funciones de bar pero en la actualidad se encuentra abandonada y a la venta.
Por toda la zona brota el agua  formando arroyos y bellas cascadas una de ellas se puede observar a pie de carretera. Como consecuencia de tanta humedad en el entorno crece abundante vegetación.
En los aledaños de Cívica podemos localizar con facilidad grutas o cuevas debido a las características del terreno y en algunos casos a la mano humana de desarrollarlas.
Una gran belleza, con arroyos y cascadas surgiendo por todas partes, con grutas, manantiales, cavidades, corredores y pasajes fruto de la naturaleza.
Cuenta la leyenda, que en una de las típicas cuevas, la cueva de la mora, entre una cascada, un noble árabe habitaba las cercanías con una hija muy bella. La chica, enamorada, de un noble cristiano, provocó la furia del padre y la prohibición de ver al caballero. Tras desobedecer al padre, y negándose a casarse con nadie más, la joven es encerrada en una cueva remota de ubicación desconocida. El caballero cristiano le es imposible encontrarla y ella muere en la cueva. Hay quienes dicen que la joven se aparece a veces en las cercanías de la cueva, esperando la llegada del caballero.

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